La dificultad de ser médico enfermo
1 de abril de 2010. Sara de Federico. - Los médicos, como cualquier individuo de la sociedad, contraen enfermedades. Aunque los profesionales sanitarios no están más enfermos que el resto de la población, son en general llamados “malos pacientes”, sobre todo por sus reticencias a la hora de pedir ayuda. Este hecho se produce unas veces por autosuficiencia, otras por negación de las propias enfermedades o por el temor de los profesionales a ser reconocidos y, como consecuencia de ello, el miedo a perder el prestigio profesional y, quizás el trabajo. En definitiva, en un gran porcentaje el médico enfermo se siente culpable y estigmatiza su propia enfermedad, tratando con frecuencia de negarla u ocultarla.
En el año 1998 nace en el primer Programa de Atención Integral del Médico Enfermo (PAIME), fruto de un acuerdo entre el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y la Generalitat de Cataluña. El objetivo de dicho programa, que se ha extendido en la actualidad a todas las Comunidades Autónomas, pretende en atender al colectivo médico sobre todo con problemas psíquicos o conductas adictivas susceptibles de interferir en su práctica profesional. “A los médicos nos cuesta trabajo vencer esa barrera a la hora de pedir ayuda a otros colegas cuando detectamos que se comienza a deteriorar nuestra salud, capacidad de juicio o habilidad técnica”, afirmó el ex-presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Isacio Siguero, con motivo de la inauguración del X Congreso Nacional del PAIME.
Si bien es duro estar enfermo, para el profesional que se dedica a la salud lo es aún más. Un ejemplo excepcional de médico enfermo fue el Carlos Cristos, médico de familia vigués y colaborador en Radio Nacional, que llevó a la pantalla sus últimos años para dejar constancia de que merece la pena luchar contra la enfermedad y vivir el día a día de la mejor forma posible. Cristos contrajo artrofia sistémica múltiple, una enfermedad degenerativa, rara y mortal de la que apenas hay 900 afectados en el mundo. A lo largo de tres años el equipo de Antoni P. Canet convivió con el médico. “La película no iba a ser una advertencia sobre la inminencia inevitable de la muerte”, explicaron al diario El País desde la productora. “Sería un canto a la vida. Carlos reflejó en ella su saber estar, su generosidad, su coraje y su sabiduría”.
Otro ejemplo de lucha por la vida es la del presidente del Foro Español de Pacientes, el Dr. Albert Jovell. Afectado de cáncer desde hace nueve años, el doctor Jovell lucha por conseguir una medicina más afectiva y humanizada. Hijo de un médico de pueblo acostumbrado al trato humano inició la carrera de sociología tras licenciarse en medicina. El trabajo de su padre y lo que después encontró en la Facultad y en los hospitales le pareció muy distinto. Fue por ello que decidió estudiar esta segunda disciplina y conocer mejor la relación médico-paciente.
Jovell dirige la Fundación Biblioteca Josep Laporte, creada para facilitar conocimientos de salud. Desde ella ha impulsado la Declaración de Barcelona de los derechos de los pacientes; el Foro Español de Pacientes, que también preside, y la Universidad de los Pacientes. “Los pacientes cada vez están más informados y en eso ha tenido gran protagonismo Internet”. Como todos sabemos, Internet tiene la gran ventaja del acceso a la información prácticamente universal, pero como todo, tiene el inconveniente de la fiabilidad de las fuentes, los intereses de determinados grupos, etc. “Había que filtrar esa información y organizar la forma de facilitarla al paciente”, explicaba Jovell en una entrevista a El País. “Este fue el origen del Foro Español de Pacientes”.
Estos dos ejemplos de médicos-pacientes no son habituales entre el profesional sanitario, pues como se explica al principio de esta reflexión, el temor al reconocimiento y la estigmatización de la propia enfermedad, hace de los médicos en la mayoría de los casos “malos pacientes” sobre todo cuando sufren problemas psíquicos o adicciones. Gracias a programas como el PAIME y ejemplos de médicos enfermos luchadores como Cristos o Jovell está situación empieza a cambiar y el profesional sanitario empieza a tomar conciencia de que, como el resto de la sociedad, puede convertirse en paciente y sólo con una actitud positiva le será más fácil llevar su enfermedad y ganar en calidad de vida.
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